Historia de la miel
La miel es un producto que se ha atestiguado su consumo y existencia, por los datos recopilados por arqueólogos y paleobotánicos nos demuestran que hace 150 millones de años ya se encontraban plantas que producían flores, néctar y polen, y la producción y consumo de la miel se produce alrededor de 10 a 20 mil años. La miel natural fue unos de los alimentos base de la alimentación en la Prehistoria. Esto se debe a la posible abundancia de este producto y sus cualidades.
En el continente africano en países como Sudáfrica, Namibia o Zimbabue en donde se han encontrado las primeras pinturas rupestres que son difíciles de datar con exactitud, pero que se estima que pueden llegar a rondar los 20000 años de antigüedad asociándose con las sociedades cazadores-recolectores de periodos anteriores a la aparición de las primeras sociedades productoras del Neolítico.
Son dos pinturas rupestres las que encontramos en el continente africano las que nos muestran lo anteriormente dicho. Por un lado, se ha conservado la pintura rupestre de Zimbabue en donde se observa con claridad a una a persona aplicando humo en una colmena de abejas; esto evidencia el consumo y recogida de la miel que hoy en día sigue vigente. La otra pintura que se ha conservado es la de los montes Drakensberg en Sudáfrica donde se muestra el proceso de recogida de la miel.


Además de las pinturas anteriormente nombradas, en las culturas mediterráneas nos encontramos con la representación de las pinturas de La Gasulla (Castellón) que nos revela la importancia de este producto en el consumo alimenticio, además de representarnos las primeras muestras de la industria de la apicultura fabricando las colmenas con todo tipo de material. Estas pinturas fueron encontradas en el abrigo nº 4 de la Ermita del Barranco; en ellas se encontraron escenas recolectando miel con una técnica relativamente avanzada. Otras muestras se encuentran también en la Península Ibérica en las Cuevas de la Araña[1] en Bicorp, Valencia, datadas entre 7000-3000 a. C.; dichas pinturas rupestres nos muestran a un hombre colgado de unas lianas recolectando miel de una colmena. Estas pinturas son los testimonios más antiguos que tenemos sobre la recolección y consumo de este producto. Se observa cómo se está en un estadio primitivo de la producción de este producto.

Con todos los datos anteriormente mostrados se observa que las escenas más claras de recolección de la miel se sitúan en el periodo Mesolítico, pero se observa también en el Paleolítico podemos encontrar ciertas evidencias indirectamente a la recolección de la miel. Además, se ha demostrado el uso de la cera de las abejas como combustible de lámparas para las cuevas o como componente de resinas para enmangar puntas.
En Oriente también era extendido el consumo de la miel. Era tanta la admiración por este producto que representan a su dios Visnú es representada como una abeja sobre una flor de loto.
Los primeros hallazgos de colmenas y tratados sobre apicultura se encuentran en Egipto con datados alrededor del 2400 a.C. La miel más antigua de la que se tiene constancia es la producida en Dokki en Egipto alrededor del año 1400 a.C. Este producto formaba parte de la dieta, siendo uno de los alimentos básicos en la crianza de los hijos. La miel era utilizada en multitud de procesos, los principales procesos para la que se utilizaba la miel era como conservante de carne en los barriles en los viajes, como alimento para dar fuerzas y vigorizante, en la cosmética y en la medicina (para curar heridas, llagas, quemaduras y cataratas).
Es tanta la adoración y el valor de este producto para la cultura egipcia que, en 1922, en la tumba de Tutankamon, se encontraron varias vasijas con miel que a pesar de que estaban datadas con unos 33 siglos y se conservaban en perfectas condiciones.
Los egipcios además de recolectar la miel recogían la cera silvestre y la resina de terebinto. Este oficio de recogida de este producto gozaba con el favor real, para la recolección se marchaban a lugares lejanos con un equipamiento de lámparas para ahumar a las abejas y llevaban escolta real cuando fuera del valle del Nilo. Estos datos fueron descubiertos en el Papiro Harris[2]. Además, este producto contaba con distintas cualidades y las mieles de más calidad eran reservadas para el faraón y sus sacerdotes; también se tiene constancia de la utilización de este producto como raciones alimenticias para los mensajeros del faraón y sus portaestandartes dentro de la dinastía XIX.

Además de ser utilizado como manjar para las ofrendas de los dioses, reservándose incluso las de mejor calidad para estos actos; una de las celebraciones donde la miel tenía un lugar reservado es la festividad en honor del dios Thot. En la cultura egipcia se tenía la concepción de que la miel provenía de las lágrimas del Dios Ra y estaba presente en todas las festividades.
Un ejemplo de la importancia de este producto y su producción es el colmenar de Tal Rehov situado en la zona interna de la ciudad, este colmenar se atestigua que tenía producción alrededor del siglo IX a. C. En este colmenar se encontraron cerámicas con forma cilíndrica; tenían unas medidas de 80 centímetros de longitud y 40 centímetros de anchura y estaban situadas en tres hileras bajo un muro con una base hecha de adobes en tres calles paralelas.

En la escritura jeroglífica encontrada en Egipto se ha encontrado el símbolo de una abeja que se ha descifrado con dos significados por un lado tenemos el significado que representa al propio animal y por otro lado se asocia el símbolo de la abeja con el faraón, ya que el faraón era considerado simbólicamente como una gran morada para acoger a los individuos del pueblo de Egipto siendo protector de ellos. Además, es representado el faraón como un alquimista que produce oro líquido (miel). También se le tiene tanta adoración a las abejas y la miel, ya que los egipcios necesitaban las flores para sus medicinas y admiraban las flores y sabían que sin la existencia de las abejas las flores no existirían.

En el mundo hitita encontramos sobre este producto son prescripciones médicas inscritas en una tabla de arcilla sumeria de entorno al 2100 a.C. Una vez conquistada Babilonia por los hititas, estos se adueñaron de la legislación y el sistema cuneiforme de escritura. La más relevante de las inscripciones es una donde se regulaba el precio de la miel, además de establecer sanciones por el hurto de colmenas y enjambres. Se encuentra pocas referencias de este producto, pero nos muestran sus dos principales usos que son como ofrenda de los dioses y como elemento de purificación.
Este producto lo encontramos en las Sagradas Escrituras, es una de las fuentes textuales de donde tenemos mayor cantidad información sobre este producto. En dichos textos se recoge como era un alimento energético, saludable, exquisito e inalterable para el hombre. En total se recogen en la Sagradas Escrituras sesenta y nueve citas melíficas[3]; se observa este alimento como símbolo de abundancia y prosperidad, un alimento muy valorado, un alimento nutritivo y de excelente sabor.
El pueblo griego heredó de los egipcios la tradición de obtener miel. La influencia de este producto se puede observar en la mitología helena, ya que es un alimento para los dioses y un presente por parte de la humanidad; se relata como el propio Zeus fue alimentado por las Melisas con miel y leche y hasta el propio Dionisio fue alimentado de miel en su infancia.
La máxima adoración hacía este producto se observa en el Olimpo, ya que cuenta con un semidiós llamado Aristeo[4] que es el precursor de la apicultura. Es hijo de Cirene, una de las Náyades, y de Apolo, pero su educación fue encargada a las ninfas. Debido a una ofensa a Orfeo fue castigado con una enfermedad para sus abejas, este le pide ayuda a su madre y Cirene sin poder ofrecerle ayuda le manda a que busque ayuda de Proteo. El sabio le mandará hacer una ofrenda con el sacrificio de cuatro toros y cuatro becerras de los cuales a los diez días nacerán las ansiadas abejas de Aristeo. La figura de este semidiós se ve recogida en la célebre obra de Apolonio de Rodas Argonáuticas II (CCLVII) recogiendo la imagen de primer apicultor de la historia. A continuación, se muestra el texto donde se recoge dicha imagen:
«Era hija de Aristeo, que el cultivó de las abejas supo cual ninguno; que fue el primero que plantó el olivo y el jugo destiló del aceituno. Cuando de Jove el vástago furtivo en brazos de Macrida miró Juno, la desterró de la mansión paterna y la trajo a vivir a esa caverna.» (Sánchez, 1996)
Al considerar este pueblo la miel como símbolo divino y ser alimento de los dioses su consumo entre la población con la que se podían acercarse en esta vida para la ansiada inmortalidad de la siguiente vida.

La miel llegó también al mundo de la filosofía griega donde los discípulos de Pitágoras consumían principalmente pan y miel; estos discípulos apreciaban con tanto interés la miel, ya que veían en las abejas y su panal la representación del alma humana. Además, su maestro había tenido una dieta desde su infancia a base de miel. Pero no solo se creía que era buena para los sabios, sino que era suministrada a los luchadores una papilla a base de miel, cebada, queso, leche y hierbas aromáticas.
El filósofo griego Aristóteles tenía un gran aprecio a este producto. La admiración por la miel y el mundo de la apicultura es muy representativa en la obra Historia de los animales en su libro V, en la cual este autor dedica una gran cantidad de apartados a la creación de estos animales y como es la fabricación de la miel. Gracias a que este autor recoge esta información se puede apreciar cómo eran las técnicas de la apicultura para el pueblo griego y qué tipo de miel recolectaban.
En el apartado 22, del libro V del libro mencionado de Aristóteles se representa como este pueblo tiene la idea de un origen divino de la miel, a continuación, se muestra dicho texto:
«El panal de miel se hace de flores, pero las abejas sacan el propóleos de la resina de los árboles, y la miel es una sustancia que cae del aire, principalmente a la salida de las estrellas y cuando se extiende el arco iris. En general no hay miel antes de la aparición de las Pléyades.» (Bonet, 1992)
También se puede ver en la vida y muerte del filósofo Demócrito. Este filosofo llegó a la edad de 109 años y tomaba todos los días una ración de miel, pero cuando había estimado que había vivido los suficiente retiró esa ración diaria; pero cuando no tuvo más que retirar se encontraba en la fiesta de Ceres y al no querer cometer la incorrección de fallecer en ese periodo obligó a colocar junto al él un tarro de miel, el cual olía y no absorbía. Una vez que las fiestas finalizaron, mandó a retirar el tarro y falleció.
El escritor y padre de la medicina Hipócrates fue un gran defensor de la miel, ya que él la utilizaba con fines curativos y con fines medicinales. Además, tenía como remedio para sus pacientes la miel y como elixir para la longevidad.
Desde que se tiene conocimiento de este producto se ha reconocido su valor nutritivo y dulce acompañado de miel, esta combinación de productos no solo aparece en la Biblia, sino que también en textos del latín antiguo pagano del siglo I a. C., el autor latino Lucrecio en De Naturaleza de las cosas lo muestra «A esto se añade que la miel y la leche dan a la lengua agradable sabor».
La miel era considerada tan relevante en la cultura griega que fue reflejada y ligada con algunas ciudades; el ejemplo de esto es la ciudad de Éfeso, Creta, la cual ha estado siempre relacionada con las abejas, puesto que consideraban que los atenienses habían colonizado la zona gracias a la guía de musas con forma de abejas. De esta manera, las sacerdotisas que celebraban los diferentes cultos en honor a la diosa Artemisa[5] eran denominadas «μελίσσαι», en español «abejas», y la misma diosa era representada con estos insectos en su cinturón y su falda. El culto a este animal fue tan relevante que se extendió por las islas del Egeo y a la Grecia continental.


Este producto también se ve reflejado en la cultura Tartésica en donde está documentada la narración legendaria de Gárgoris, el Melícola, rey de los curetes, fue este quien introdujo el arte de criar abejas. (Gascó, F. (1986). Gargoris y Habis. La leyenda de los orígenes de Tartesos. Sevilla. Revistas Estudios Andaluces, nº7, pp. 127-146).
El culmen para el conocimiento de este producto llegó con la introducción de la miel en el ámbito culinario de la civilización romana. En el recetario romana la miel era la base o acompañamiento la gran mayoría de recetas, tanto para lo dulce como para lo salado.
La civilización romana era una gran consumidora de miel, además de ser consumida al natural. Era utilizada para la conservación de todo tipo de alimentos, se mezclaban los alimentos con la miel en ánforas; el consumo era tal que hasta hay relatado que Nerón llegó a gastarse 400.000 sestercios. Gracias al escritor Apicio ha llegado a nuestra generación una gran cantidad de recetas del mundo romano. Este producto era consumido tanto por esclavos como por los patricios.
El pueblo romano tenía en gran estima a este producto debido a su alto nivel calórico, ejemplo de esto que los atletas los tomaban antes de cada competición deportiva justo antes de su entrada a la arena. Este producto utilizado para acercarse a las divinidades y mencionado por grandes personajes del mundo romano como César.
La miel era valorada y puesta en gran estima por la mayoría de la población y era muy demandada, por este motivo existieron en la antigüedad grecorromana diferente puntos de extracción de miel de gran relevancia como son Germania, Sicilia, Norte de África y sobre todo la del Ática, que era la que más destacaba de entre todas que es nombra por Plinio Secundo es su Historia Natural. Se sabe que la producción de este producto además de por los textos clásicos por los yacimientos que han sido encontrados en los lugares anteriormente nombrados, se mostrará las colmenas que ha sido encontradas en las siguientes imágenes.

Es un producto que aparecía en cada casa y en cada aspecto de la vida romana; debido a relación con las divinidades y su gran beneficio nutricional han sido muchos escritores latinos los que han hablado de este producto.
[2] Papiro Harris: El Papiro Harris I, o Gran Papiro Harris, es un texto egipcio, escrito en papiro, de temas religiosos e históricos. Está datado durante la Dinastía XX, a principios del reinado de Ramsés IV. Procedente de Tebas, fue encontrado en una tumba en Deir el-Medina y comprado por A.C. Harris, en 1855; posteriormente, en 1872, fue adquirido por el Museo Británico, donde está custodiado desde 1872 y catalogado como EA9999/2. Es el manuscrito en papiro de mayor tamaño encontrado, con 42 m de longitud, y está redactado en escritura hierática; se divide en cinco secciones, con 117 columnas, de doce o trece líneas. Contiene tres dibujos, representando a Ramsés III frente a las tríadas de los dioses de Tebas, Menfis y Heliópolis. Erichsen, W: Der Papyrus Harris I. Bibliotheca Aegpthiaca V. Bruselas, 1933.
[3] Los textos que en donde se hace mención a la miel en las Sagradas Escrituras son Éxodos (3,8-17; 13,5), II Reyes (18,32), II Crónicas (31,5), Jeremías (41,8), Ezequiel (27,17), Mateo (3,4), Proverbios (24,13), Jueces (14,8), I Samuel (14,2628) y II Samuel (17,28-29).
[4] BULFINCH, Thomas: Mitología de Bulfinch (Bulfinch's Mythology). I: La era de la fábula o Historias de dioses y héroes (The Age of Fable O Stories of Gods and Heros, 1855). I, 24: Orfeo y Eurídice; Aristeo; Anfión; Lino; Tamiris; Marsias; Melampo; Museo (Orpheus and Eurydice - Aristæus - Amphion - Linus - Thamyris - Marsyas - Melampus - Musæus).
[5] Artemisa: es la diosa de la caza, los animales salvajes y terrenos vírgenes. Es hermana de Apolo, teniendo el mismo destino que su hermano debido a la ira de Hera por ser hija ilegítima de Zeus. Su mitología cuenta que siendo pequeña su padre le dio ocho regalos para su felicidad; los regalos fueron los siguientes: ser virgen por siempre, ser la dadora de luz, tener indumentaria de caza, setenta oceánidas pequeñas que le sirvieron de coro, ser conocida por muchos hombres, veinte ninfas del bosque que protegieran sus bienes mientras dormía, poder gobernar las montañas y auxiliar a las mujeres en los partos.